miércoles, 29 de febrero de 2012



Me dejas llorar mentalmente, mi razón no permite que todo fluya.
Doy gracias al apoyo de mi alma pero no a mi corazón.
Leer y leer y leer..
Que quiero?

TE QUIERO LEER...
y doparme con cada una de tus palabras...
para ya no pensar más...


sábado, 11 de febrero de 2012

Amèlie

A Amèlie le gusta subir las escaleras de caracol que llevan a su habitación de dos en dos, deslizar por la baranda sus dedos puntiagudos haciendo ruido sobre la madera encerada y contemplar como golpea la lluvia desde afuera de la casa mientras su familia conversa cosas que ella no comprende…
          Amèlie está cansada de llegar siempre tarde a todas partes, de no ser a veces lo que los demás quieren de ella, de proyectar luces sobre las sombras de la pared vacía de su buhardilla. Ella está cansada de caminar por las calles sucias de ciudades dispersas sin que nadie la espere… De golpear puertas e invadir espacios desconocidos, de profanar silencios y acallar comentarios desafortunados.
          Amèlie esta cansada de rechazar cafés a desconocidos, de torcer miradas en el metro y correr sobre la arena del mar para alejarse de la espuma. Amèlie sonríe cada mañana a mismo bebé que bosteza en el cochecito camino a la escuela, bebe el mismo café matinal demasiado endulzado para ser sano y con sabor metalizado.
          Su sonrisa se trunca cuando las noticias profanan sus oídos y sus retinas divisan rostros que pensaba olvidados. Detesta la cercanía de la gente en la cola del supermercado demasiado ociosa en conversaciones de vidas ajenas. Detesta perder cuando ni siquiera ha apostado nada.
          A Amelie le gusta imaginar viajes imposibles, melodías absurdas y textos extensos. A Amèlie le encanta despertarse cada mañana con la sensación de los labios saciados de tantos besos y echa de menos caricias por inventar. Amèlie sueña con las calles de Madrid, el olor del sol, los cafés de Callao y los libros de los pequeños puestos del centro, amontonados desordenadamente sobre estantes polvorientos.
          Amèlie no puede silenciar sus pensamientos cuando aparecen viejos fantasmas y no reconoce como propias, experiencias dolorosas vividas años atrás. Le encanta descubrir música nueva, desgastar canciones por agotamiento y coleccionar sobres de azúcar de tantos cafés disfrutados en soledad. A Amèlie lo que más le gusta sobre todas las cosas es descubrirse cada día y compartir risas con personas que se presentan en su vida sin avisar. Un deseo eterno de coleccionar momentos y regalar tiempos imperfectos…