Algunas noches tengo la suerte de sentarme y percibir la pelea entre la mente y el cuerpo.
La inestabilidad de uno y la sabiduría del otro, aunque se haga amargo reconocerse a veces, lo más hermoso es poder saber también que todo cambia.Y en esa pelea reconozco mi estupidez, esa de creer y afirmar, siempre que sé todo, pero en realidad no se un carajo.
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