martes, 4 de septiembre de 2012

Ser valiente


Yo llamo ser valiente a mirar el miedo a la cara, afrontar los problemas de frente. A no dispensar sonrisas envenenadas por usar una lengua bífida.
Llamo ser valiente, a pensar antes de actuar cuales serán las consecuencias, sin miedo a ver que lo que no nos gusta es lo más indicado. Yo llamo ser valiente a decir las cosas a la cara, y a llamarlas por su nombre.
Llamo ser valiente a tener el coraje de no juzgar a la gente sin haberme puesto en sus zapatos y, una vez logrado, calcular las posibilidades. 
Yo considero ser valiente a no inventar una coartada que pueda tergiversar la realidad para hacerle daño a nadie. Llamo ser valiente a tirar la piedra y no esconder la mano. Incluso avisar antes de hacerlo.
Ser valiente es estar por encima de las circunstancias. Llamo ser valiente a madurar por experiencias, y a no temer su regreso. A hablar y a decir las cosas dando oportunidad al otro de contestar, lo llamo ser valiente a afrontar una crítica e incluso a aceptarla.
Ser valiente aceptando una derrota, una decepción tal vez. Llamo ser valiente a no considerar todo aquello que no me gusta como una amenaza. Llamo ser valiente a aceptar la felicidad de los enemigos, a intentar que desaparezcan convirtiéndolos aunque sea en indiferencia, a no querer pudrirme de odio.
Ser valiente evitando el cinismo, la hipocresía, el egoísmo y el victimísmo. A no dar lecciones de conciencia mientras yo siga siendo humano. A no hacer de mi vida una novela barata.
Llamo ser valiente a asumir responsabilidades, a no depender de nadie.

Ser valiente es saber que no soy todo esto, pero intentar serlo. Ser consciente de que hay que ser (humano).



Ser valiente cayéndose mil veces, 
pero levantandose la veces que haga falta...

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