lunes, 10 de diciembre de 2012

Sin título




Constantemente irreverente, saludablemente infinita y sustancialmente soy, mujer que de a poco se va convirtiendo en una esclava de sus propios silencios.
Tímidamente mi sonrisa simulada y dispuesta, mi cabello se convierte en algo así como un romance nocturno para mis manos y con cada segundo me vuelvo claustrofóbicamente sincera.
Me siento estallada de malos tiempos, "descorazonadamente" simple, "vacilantemente" estrella ya vencida y año a año cautivante de inconcebibles aciertos.
Una y otra vez me declaro oscuramente cansada de suicidios repetidos, de las palabras que fueron, de los aullidos que no son, de los matices gastados y de aquellos viejos rudimentos.
Motivada, yo la mujer, cabecea acribillando la ilusión despareja que avecina cielos deteriorados.
Exhaustiva, yo la mujer, trastabillo, caigo vencida, y me siento algo así como un inconsciente animal suministrador.
Todo se arremolina en la desazón de lo incierto. Tempranamente ha enloquecido el tiempo de mi juventud por ese desastroso malentendido de lo que creí era el destino y sus equívocas esperanzas , de la vida, del sexo, del amor. De lo opuesto a lo que siempre soñé poder disfrutar.

Cansada de todo lo opuesto que siempre creí merecer. 


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