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"La Noche me toca el hombro. Me presenta a su hija: BellaLuna, y le canta a capela una melodía que la pequeña baila para todos, sobre el manto oscuro de un cielo que le da silencio. Mis ojos suben hasta abrazarla, hasta el menguante que cada tanto sucede, para recordarme que todo en la vida cambia. Todo se transforma para volver a empezar..." - Narraba Don Ruben.
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Mientras ponía a secar una lágrima, que tendida del aire tiritaba, notaba como en esa inmensidad el tiempo se volvía circular, y en ese momento podía asegurar que fuera del cielo no existía nada. El tiempo se convirtió en cielo y le entregué mis manos para que en ellas trazase lentamente la espiral de la nostalgia.
Es cierto que al abrir las ventanas de quien escribe, ellos dejan escapar sus emociones para poder entregar esa dulzura a quien las lee.
Cuando concluí, el árbol se sintió agradecido...
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