Desde hace un tiempo, lo imagino como el momento en que sentiría al cielo iluminarse entre mis manos y ahora lo vivo como un eterno sueño...
Entonces en mi tierno divagar, y con mis emociones algo amontonadas, lo veo a él como forjando mi amparo, y mientras tanto, puedo sentir cuando el silencio se acuna con la brisa de las montañas, que sin querer, lo matan de mentira.
En ese sueño sonreímos mirando a los pocos pájaros volar cerca del templo sagrado... Caminamos de la mano, andamos y desandamos senderos de discreta vegetación, que son como mantos suaves para las cómplices intenciones que nos invaden, mientras a lo lejos podemos oír y respirar miradas inoportunas que no nos importan demasiado...
Es para mí una utopía que se aleja cada vez más...
Y sin embargo, sigo pensando que son de esos momentos que nos liberan de las prisiones
y nos devuelven la vida...
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